Por Rabino Emérito Marcelo Rittner

 

 

Querida familia Bet El:

 

El día viernes me invadió la tristeza al enterarme del fallecimiento a los 88 años del rabino Harold Kushner Z”L.

 

No puedo dejar pasar por alto, el recuerdo de un ser humano que tocó el corazón de millones de seres humanos de muchas corrientes religiosas a partir de su libro Cuando a la gente buena le pasan cosas malas, editado en 1985 y que se convirtiera rápidamente en un best seller mundial. Un rabino, un mentsch, un maestro inolvidable para los que tuvimos el honor de conocerlo o de haber compartido con él una profunda lección de Torá.

 

Estuvo en nuestra casa en dos oportunidades. La primera a finales de 1985, cuando por la gentileza de Ari Kahan, Z”L, llenó nuestra sinagoga y movió cada vibre de nuestros corazones en lo que fue una bellísima presentación, relacionando la muerte de gente buena con el terremoto de septiembre en nuestra ciudad que costó tantas muertes inocentes. Fue una gran noche para Bet El y de Bet El para el yishuv.

 

Pocos años después, volvió a visitarnos. Estaba en México para una conferencia en una universidad y aceptó con gusto visitarnos. Tengo un gran recuerdo de esa ocasión.

 

Ustedes probablemente saben que la razón que llevó al rabino Kushner a escribir este libro fue la enfermedad que sufrió su hijo Aarón y que provocó su muerte a corta edad.

 

En esta ocasión, comenzó su conferencia con una voz quebrada invitándonos a rezar Maariv con él y su esposa Suzanne, porque era el día del yortzait de su hijo. Un silencio y una emoción profunda nos unió a los padres que lloraban a su hijo. Y nosotros como familia con él.

 

No todos compartían su teología, pero todos recibimos ideas, sentimientos y enseñanzas que nos ayudaron a cicatrizar nuestras propias heridas. Millones encontraron en sus palabras el consuelo y la paz que sus corazones no podían encontrar.

 

Desde Bet El, me permití transmitir nuestro pésame a su hija Ariel y a su familia, agradeciendo por la luz con la que el rabino Kushner llenó nuestros corazones y nuestra esperanza.

 

Ihie Zijró Baruj. Que sea su memoria una bendición como lo fue su vida.