La institución realizó seis acciones de recordación que invitan a reflexionar sobre el atentado terrorista que tuvo lugar el 18 de julio de 1994 en la sede de la institución y que se cobró la vida de 85 personas.

El 18 de julio se cumplen 24 años del atentado a la AMIA y el espacio de Arte AMIA realizó una campaña para honrar la memoria de las víctimas  y renovar el pedido de justicia. Se trata de 6 acciones de recordación que invitan a reflexionar sobre el ataque terrorista que se cobró la vida de 85 personas.

Hoy se dio a conocer el último audiovisual de la campaña. Se trata de “Rosa y Sebastián”, un estremecedor testimonio de la madre de la víctima más joven de la masacre. Sebastián Barreiros tenía 5 años cuando fue arrebatado de los brazos de su madre por la onda expansiva de la bomba y ella ya no lo volvió a ver.

Rosa, la mamá, relata en primera persona cómo fue la última mañana que compartió con su hijo. Ese día comenzaban las vacaciones de invierno y pidió no viajar en colectivo para conocer los túneles de la red de subterráneos. ¿La razón? Sebastián había escuchado que esos pasadizos eran como los túneles de las Tortugas Ninjas. El 18 de julio de 1994, Sebastián y su mamá viajaron en la Línea B desde la estación Lacroze hasta la estación Pasteur.

“Tres de las seis acciones artísticas de este año tuvieron a la historia de Sebastián como protagonista,” explicó Elio Kapszuk, realizador y productor general del proyecto. “Por un lado, la canción infantil creada por Pedro Aznar y Piñón Fijo, que estuvo pensada y dirigida al público infantil y a sus padres. Luego, desde la ficción, convocamos a Eduardo Sacheri para que nos ayudara a pensar qué hubiera sido del futuro de Sebastián si el atentado terrorista no hubiera terminado con su vida. Pero algo seguía faltando. Y ese algo era la voz de su mamá, Rosa. Sólo su testimonio directo, sus palabras de primera mano, logran transmitir el conocimiento y la emoción justa para volver a vivir con ella esa mañana”, concluyó.

“Valoramos el compromiso y el testimonio de Rosa. Su voz da la dimensión del accionar inhumano del terrorismo islámico y nos pone en contacto directo con las marcas y las heridas que el atentado dejó en los familiares que perdieron a sus seres queridos y en las personas que pudieron sobrevivir”, remarcó Agustín Zbar, presidente de AMIA.

 

 

“ROSA Y SEBASTIÁN”, EL TESTIMONIO DE UNA MADRE:

Bueno, ese día, lo desperté, lo levanté, le di la leche… Lo cambié, cambié a la hermanita, y salíamos para el lado del Hospital de Clínicas. Cuando llego a la puerta, llegó mi mamá. Le dejé la nena y digo: Bueno, como era el primer día de vacaciones de invierno, bueno lo llevo, lo llevo a un Mc Donalds, a algún lugar, para que el primer día de vacaciones saliera. Cuando llegamos a la estación le digo: “Sebi, vamos en colectivo. Llegamos a Chacarita y tomamos el colectivo”. “No, yo quiero ir en subte porque a mí me dijeron que los túneles son como los túneles de las Tortugas Ninjas”, dijo Sebastián. Así que fuimos en subte. Salimos del subte. Pregunté dónde quedaba el Hospital de Clínicas. Me dijeron: “Seguí por Pasteur derecho; te chocás con el Hospital de Clínicas”. Yo era la primera vez que iba, no sabía dónde quedaba. En el camino íbamos jugando al “veo-veo” y sí recuerdo que (en) un negocio antes de AMIA, vendían ropa, y me paré a mirar algo que me había gustado. Miro hacia la calle, vi parado un patrullero vacío, solo.

Lo agarro de la mano a Sebi, y empezamos a caminar hacia el Hospital de Clínicas. No sé la cantidad de pasos, porque fueron pasos los que hice, y de pronto un ruido muy fuerte, un viento muy, muy fuerte nos levantó, y me arrancó al nene de las manos. Cuando el viento me suelta, empecé a buscar a mi hijo porque no estaba al lado mío; no sabía para dónde había ido a parar. Me levanté, me acuerdo que estaba descalza, me acuerdo que pisaba cosas que me pinchaban, y yo no sabía qué era, tampoco me importaba, y cuando lo vi al nene lo quise levantar, y no lo podría levantar. No podía levantarlo y empecé a gritar, empecé a gritar, empecé a gritar… Un hombre, un muchacho, entró a la cuadra y agarró al nene, y se lo llevó al hospital. Esa fue la última vez que vi a Sebastián.

Cada 18 de julio es otra bomba porque siguen pasando los años, y yo sigo igual que en el 94.