La sinagoga de Fraenkelufer fue diseñada en 1916 por el arquitecto judío alemán Alexander Beer y terminó por ser arrasada en 1944 por los nazis durante el Holocausto.

Es por eso que 80 años después de que el templo fuera arrasado por los nazis en el Kristallnacht, un político alemán de origen palestino y el líder de la comunidad judía de Berlín planean regresarla a la vida.

Si pueden recaudar los fondos, los dos esperan reconstruir por completo la sinagoga como un sitio de reunión y culto no sólo para judíos, sino para personas de todas las religiones. El objetivo, dijeron, es enviar un mensaje de cortesía y consuelo en un momento en el que la islamofobia y el antisemitismo en Alemania parecen repuntar.

En uno de los caso más recientes de antisemitismo, Alemania se vio sacudida por la historia de una pequeña niña judía en una escuela primaria que fue acosada e incluso amenazada de muerte por sus compañeros de origen inmigrante por “no creer en Alá”. Antes hechos como este y el repunte de la ideología de extrema derecha xenófoba, la comunidad judía de Alemania se ha puesto en alerta.

“En todas partes, la gente está tratando de dividir a nuestra sociedad”, dijo Raed Saleh al diario The Washington Post, un líder del Partido Social Demócrata en el parlamento estatal de Berlín. Saleh, que llegó a Alemania desde Cisjordania con su familia cuando tenía 5 años, ve el plan para reconstruir la sinagoga en el barrio de Kreuzberg, hogar de muchas mezquitas, como un gesto de inclusión.

“No sería un buen musulmán si no defendiera la vida judía en mi ciudad natal, Berlín“, dijo. “Y un cristiano tampoco sería un buen cristiano si no interviniera cuando le arrancan el jiyab es arrancado de la cabeza de una mujer”.

Para Gideon Joffe, de 45 años, presidente de la comunidad judía en Berlín, la seguridad es algo por lo que espera desde hace mucho. Una de las secciones de la sinagoga todavía se usa para servicios, pero con la calle cerrada y custodiada por la policía desde que asaltantes no identificados la atacaron en 2000 y 2002.

“Nuestros miembros tienen miedo de mostrar su judaísmo“, dijo Joffe al Post. “No usan la kipá. No usan la Estrella de David. Ellos lo ocultan, es por eso que creemos que es realmente importante revivir un edificio como este”.

Para Saleh, el proyecto de Fraenkelufer es una forma de construir a través de señales de apertura. “Queremos enviar una señal de que la vida judía es parte de la cultura dominante alemana”, dijo en la presentación del plan. “Solo puedes enfrentar el odio y la discriminación abriendo puertas y extendiendo la mano”.

A Joffe y Saleh, junto con miembros del partido de este último, se les ocurrió la idea de reconstruir la sinagoga hace unos cinco meses, en el 80 aniversario de la Kristallnacht, o la Noche de los cristales rotos: el pogromo de Alemania del 9 de noviembre de 1938, cuando los nazis y sus partidarios prendieron fuego al interior del edificio, quemaron pergaminos de la Torá y destruyeron objetos rituales. Durante la guerra, la fachada de la estructura albergó vehículos militares. Pero finalmente en 1944, los bombardeos de los Aliados sobre Berlín terminaron por derrumbarlo casi por completo.

Ahora, el ala utilizada de la antigua sinagoga se está volviendo demasiado pequeña para una creciente comunidad judía, y los diversos residentes del vecindario necesitan un lugar donde reunirse. Después del Holocausto, cuando la población judía de Berlín se redujo de 160,000 en 1933 a 7,000 en 1945, no se necesitaron nuevas sinagogas. Pero en las últimas décadas, los inmigrantes de la antigua Unión Soviética e Israel han revivido la comunidad y creado la necesidad de más espacio. La ciudad, que tiene alrededor de 80 mezquitas y salas de oración musulmanas, tiene 11 sinagogas además de Fraenkelufer.

La sinagoga de Fraenkelufer fue diseñada en 1916 por el arquitecto judío alemán Alexander Beer, que murió en el campo de concentración de Theresienstadt en 1944. Beer construyó varias sinagogas en Berlín, pero Fraenkelufer, que asentó a 2.000 personas, fue una de las más grandes, y su más importante trabajo.

“Quería honrar la intención original de Beer, así que guardé muchos elementos de su diseño”, dijo Kilian Enders, el arquitecto de 43 años del nuevo edificio propuesto.

“Se supone que este modelo recuerda la antigua sinagoga, pero muestra una clara ruptura con el pasado”, dijo, señalando una representación de su plan para una gran sala con una fachada clásica de color blanco que contrasta fuertemente con el ala lateral erosionada, que sería preservada. “Las cicatrices y heridas del pasado deben ser visibles. No se puede y no se deben cubrirlas”, dijo.

El proyecto, que tendrá un costo aproximado de 31 millones de dólares, aún no se ha financiado, pero Saleh y Joffe están buscando apoyo de la ciudad, fundaciones y donantes privados. Enders, el arquitecto, estima que si se logran fondos, llevará al menos cinco años completarlos.

 

Vía The Washington Post / Enlace Judío