Para aquellos que se abren completamente a ella, Yom Kipur es una experiencia que transforma la vida. Nos dice que D-os, que creó el universo en amor y perdón, nos alcanza en amor y perdón, pidiéndonos que amemos y perdonemos a otros. D-os nunca nos pidió que no cometamos errores. Todo lo que Él pide es que reconozcamos nuestros errores, aprendamos de ellos, crezcamos a través de ellos, y mejoremos lo que podamos.

Ninguna religión ha tenido una visión tan elevada de la posibilidad humana. D-os que nos creó a su imagen, nos dio libertad. No estamos manchados por el pecado original, destinados al fracaso, atrapados en el agarre de un mal que sólo la gracia divina puede derrotar. Por el contrario, tenemos dentro de nosotros el poder de elegir la vida. Juntos tenemos el poder de cambiar el mundo.

Tampoco somos, como afirman algunos materialistas científicos, meras concatenaciones de productos químicos, un haz de genes egoístas que se reproducen ciegamente en el futuro. Nuestras almas son más que nuestras mentes, nuestras mentes son más que nuestros cerebros, y nuestros cerebros son más que meros impulsos químicos que responden a los estímulos. La libertad humana —la libertad de elegir ser mejor que nosotros —sigue siendo un misterio, pero no es un mero hecho. La libertad es como un músculo y cuanto más lo ejercitamos, más fuerte y saludable se vuelve.

El judaísmo nos pide constantemente que ejercitemos nuestra libertad. Ser judío no es ir con la corriente, ser como todos los demás, seguir el camino de menor resistencia, adorar la sabiduría convencional de la época. Por el contrario, ser judío es tener el coraje de vivir de una manera que no es el camino de todos. Cada vez que comemos, bebemos, oramos o vamos a trabajar, somos conscientes de las demandas que nuestra fe nos hace, para vivir la voluntad de D-os y ser uno de sus embajadores en el mundo. El judaísmo siempre ha sido, quizás siempre será, contracultural. […]

Pocas religiones han pedido más de sus seguidores. Hay 613 mandamientos en la Torá. La ley judía se aplica a todos los aspectos de nuestro ser, desde las más altas aspiraciones hasta los detalles más prosaicos de la vida cotidiana. Nuestra biblioteca de textos sagrados —Tanaj, Mishná, Gemará, Midrash, códigos y comentarios — es tan grande que ninguna vida es lo suficientemente larga como para dominarla. […]

Un judaísmo tan elevado establece una barrera tan alta que es inevitable tropezar una y otra vez. Lo que significa que el perdón fue escrito en el guion desde el principio. D-os, dijeron los sabios, trató de crear el mundo bajo el atributo de justicia estricta, pero Él vio que esta no se podía soportar. ¿Qué hizo?: agregó misericordia a la justicia, compasión a la retribución, tolerancia al estricto estado de derecho. D-os perdona. El judaísmo es una religión, la primera del mundo, del perdón. […]

Fuente: Fragmento del artículo “Yom Kipur: cómo nos cambia” del Rabino Jonathan Sacks.