La Torá se divide en 54 Parashot, las cuales deben ser leídas al cabo de un año, y se terminan de leer en un día específico que es el 22 de Tishrei en Israel o 23 de Tishrei en la diáspora: Simjat Torá. Para demostrar que el estudio y la práctica de la Torá no tienen fin, culminamos leyendo la última Parashá, llamada Ve-Zot Haberajá del último libro del Deuteronomio, y de inmediato retomamos la lectura de la primera Parashá del libro del Génesis, poniendo de manifiesto el ciclo ininterrumpido de la vida donde generaciones van y vienen.

 

Esta festividad no es nombrada en la Torá, pero aun así, nuestros sabios de bendita memoria fijaron como norma que debemos festejar que finalizamos la lectura de la Torá. Este festejo, se asemeja al que se realiza cuando se termina de completar el estudio de un tratado del Talmud, donde se suele llevar a cabo una seudá (comida festiva) .

 

En la ultima Parashá (Deuteronomio 33:4) dice: “La Torá que nos ha prescripto Moshé es herencia para la congregación de Iahacób”. De aquí obtenemos uno de los profundos significados de Simjat Torá, el cual tiene que ver con la democratización del estudio y recepción de la Torá. Tal como manifiesta el versículo, la Torá es patrimonio de todo el pueblo de Israel, sin excepción alguna, diferenciándonos de otras épocas y pueblos en los que tan solo escasas castas encumbradas detentaban el conocimiento y el resto de la población se hallaba sumergido en la más profunda ignorancia. Nuestros sabios de bendita memoria, a su vez, obtienen otra enseñanza de este versículo: afirman que la Torá no debe entenderse sólo como —herencia — ya que esto implicaría una actitud meramente pasiva, de simplemente recibir lo que se nos entrega, por lo tanto enseñan que hay que leer ese versículo como si lo dijera una novia comprometida. Por lo tanto, debemos pensarnos a nosotros como si fuéramos el novio que debe, a través de arduos juegos de seducción, conquistar a la novia, la Torá. De esta forma, pasamos de una actitud pasiva, de ser meros receptores a constructores de una relación de gozo con la Torá, basada en el amor, el respeto, el cuidado y la dedicación. Entonces quien es llamado a leer la ultima porción de Torá, es nombrado JatánTorá, novio de la Torá, y quien sube para leer la primera parte, es llamado Jatán Bereshit, novio del Génesis. Es costumbre que el Jatán Torá, sea elegido no solo por su edad avanzada sino por sus méritos y trayectoria. Asimismo, el Jatán Bereshit, debe ser un joven que se destaque por su compromiso y potencial.

 

Una hermosa y pintoresca tradición es bailar en la sinagoga con la Torá y hacer siete hakafot (vueltas) tanto en el rezo de Arvit – nocturno – como en el de Shajarit – matutino -, paseando los rollos entre los jóvenes, ancianos y niños, festejando todos juntos el constante fluir de la vida. ¡ Jag Sameaj !

 

Fuente: artículo del Rabino Marcos Perelmutter del Movimiento Consevador, Comunidad Benei Tikva de Buenos Aires, Argentina.